martes, 28 de abril de 2015

Hay siempre una primera vez!

Cuando llegué aquí a San Sebastián la primera cosa que pensé fue que era el momento para hacer la cosa que más me había fascinado de España: ¡hacer surf! Después de mucho pensarlo decidí  apuntarme en una clase de surf  de la universidad.
El curso comenzó el mismo día de mi cumpleaños, ¡qué suerte!
¡Una razón para recordar siempre este día!
Yo no sabía qué esperar y estaba muy molesto porque el tiempo era el peor de todos los días! ¡Estaba lloviendo un montón y no quería parar! De hecho, no había gente haciendo surf.
Había esperado 25 años para intentarlo, podía esperar unos días más a que el mar no estuviera tan picado, dejar pasar la tormenta eléctrica y esperar a que el clima resultara óptimo.
Por contra, el curso no se paró y el instructor nos dijo que no era importante el tiempo porque ¡nos vamos a mojar en cualquier caso!
¡Lo primero más complicado fue ponerse el traje! ¡Empezamos bien!
A cada uno se le asignó una tabla que se usa para aprender, que es más grande y pesada que las tradicionales y te permiten flotar más fácilmente al momento de deslizarte en las olas.
Con mi tabla bajo el brazo y el traje de neopreno puesto pasamos a lo práctico. Me mostraron el alma de la tabla, esa línea perpendicular que la cruza, a qué altura acostarse y cómo moverse como un soldado cuerpo a tierra. Ver al instructor  pararse sobre la tabla afuera del agua parecía fácil. No lo fue tanto: arrastrar un pie hacia adelante, impulsarme con el otro, quedar en cuclillas, bien posicionado, los brazos como los de un karateka, la mirada al frente. La técnica lo es todo.
Una vez en el mar no hacía para nada frío, incluso después de un tiempo casi empecé a sudar en el agua! ¡agotador! Las olas eran muy fuertes para superar y yo soy pequeña ya que no las podía superar.
"¡Buen comienzo!"
Pero cuando fui capaz de entrar y sentarme sobre la tabla a la espera de la ola me sentía bien. Yo estaba muy ansiosa y estaba ensayando la técnica para levantarme sobre la tabla y de repente el chico me gritó: ¡esta!
La sensación era hermosa, pero después de un segundo de pie me caí al agua: ¡no importa! Lo que importa es que me encantó mucho y tengo muchas ganas de intentarlo otra vez el próximo miércoles!
"El surf es interpretar el mar y saber usar la tabla dentro de la ola", me dijeron mis amigas al final. Un deporte en que uno se cae, nunca se tira. Hay que conocer el mar, tu cuerpo, tus límites. Siempre con tres variables: el mar, el viento y los bancos de arena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario